Enero es un mes como ningún otro para la superación personal, y mucha gente establece conexiones (“networking” en inglés) para conseguir un nuevo empleo. Una escuela de negocios ha llegado a nombrar una profesora en la materia, ¿pero sigue haciendo falta ser encantador para salir adelante?
Mucha gente habrá observado a un buen “networker” (persona que establece contactos de negocios a través de reuniones sociales informales) en acción.
Entre bocaditos, miran como halcones en un salón lleno de gente y escogen a sus presas con sangre fría.
Escabulléndose entre quienes carecen de la fuerzas para avanzar en sus carreras, se acercan a su objetivo y entablan una conversación que se siente como cálida y genuina a pesar de que, en la realidad, está dominada por las oportunidades de “externalización de procesos empresariales”.
Pero para personas menos despiadadas, la busca de conexiones puede ser horrorosa. Algunos no se sienten cómodos con invitados con los que no tienen nada en común.
Otros luchan con la noción de una conversación artificial en la que ambas partes saben que la otra busca algo, ya sea conocimiento de información privilegiada, un contacto o un empleo.
Para esta gente, LinkedIn y Twitter podrían haber caído del cielo, permitiendo una forma menos agotadora socialmente de establecer conexiones, en una época en que un difícil mercado laboral hace que la búsqueda de cada oportunidad más importante que nunca.
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